sábado, 1 de abril de 2006

DOSSIER: Jorge Luis Borges

PRÓLOGO DE J. L. BORGES AL
ÍNDICE DE LA NUEVA POESÍA AMERICANA
(fragmento del editado en nuestra edición en papel)

Un antiquísimo cuento de cuyo nombre no quiero acordarme (es de Cervantes ese festejado melindre y se lo devuelvo enseguida) cuenta que en los principios de la era cristiana salió del mar una gran voz, un evangelio primitivo y final, y anunció a la gentilidad que el dios Pan había muerto. Tanto me gusta suponer que las cosas elementales participan en las del alma y son sus chasques o lenguaraces o nuncios, que hoy querría hablarles a todos con la voz salobre del mar y la incansable de los ríos y la enterrada de los pozos y la extática de los charcos, para decirles que se gastó el rubenismo ¡al fin, gracias a Dios! (....)
Desde mil novecientos veintidós –la fecha es tanteadora: se trata de una situación de conciencia que ha ido definiéndose poco a poco- todo eso ha caducado. La verdad poetizable ya no está sólo allende el mar. No es difícil ni huraña: está en la queja de la canilla del patio y en el Lacroze que rezonga una esquina, y en el clamor de la cigarrería frente a la noche callejera. (....)
Las dos alas de esta poesía (ultraísmo, simplismo: el rótulo es lo de menos) son el verso suelto y la imagen. La rima es aleatoria. Ya don Francisco de Quevedo se burló de ella por la esclavitud que impone al poeta; ya otro más ponderoso Quevedo, Milton el puritano, la tachó de invención de una era bárbara y se jactó de haber devuelto al verso su libertad antigua emancipándole de la moderna sujeción de rimar ("modern bondage of riming"). Estas ilustres opiniones las saco a relucir, para que nuestro desdén de la rima no se juzgue a puro capricho y a torpeza de mozos. (...)

De Índice de la Nueva
Poesía Americana. Buenos Aires,
Sociedad de Publicaciones El Inca, 1926.

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